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Mostrando entradas de febrero, 2015

Soledad acompañada.

Muchos hablan pero pocos entienden. Son pocos los que al pasar las horas sienten la angustia avanzar. Esa angustia de quedarte solo, de estar entre cuatro paredes. Las paredes no me asustan, me traen calma. Me angustia el silencio en exceso. Necesito hablar, mis pensamientos son muy altos y no puedo quedarme callada. Llevo toda la vida hablando, pero pocas veces digo algo.  Me gusta que me escuchen, y también me gusta escuchar. Escucharte, y escucharme.   ¡Silencio! Necesito a quien contarle lo que hice durante el día, y como me fue en mis clases. Alguien junto a mi, aunque esté en la distancia. Tal vez ese alguien soy yo y no lo he visto. O seas tú, y lo estoy ignorando. O tal vez somos ambos. No estoy sola, aunque lo estoy.  La soledad me acompaña. Es mi mejor aliada. Mi amiga fiel desde el abrir de ojos, hasta el cerrar de los mismos. Es ella quien me ve sobrevivir, porque ya no estoy viviendo. Sobrevivo día a día porque tengo que hacerlo. Pero deseo vivir, deseo ...

Incinerada.

Perdóname por mis tratos distantes. Perdóname por exigirte demasiado. Perdóname por no aprender a amarte sin sofocarte. Perdóname por que te exijo más de lo que sé puedes dar. Perdóname por no aceptar tu manera de ser y querer cambiarte a mi conveniencia. Perdóname por estar llena de defectos, por mis desventajas y por todo lo malo que soy. Perdóname por no amarte como debo. Así soy. No sé ser diferente, no sé amarte de otra manera.  28 de enero de 2015  11:32pm