Soledad acompañada.

Muchos hablan pero pocos entienden. Son pocos los que al pasar las horas sienten la angustia avanzar. Esa angustia de quedarte solo, de estar entre cuatro paredes. Las paredes no me asustan, me traen calma. Me angustia el silencio en exceso. Necesito hablar, mis pensamientos son muy altos y no puedo quedarme callada. Llevo toda la vida hablando, pero pocas veces digo algo. Me gusta que me escuchen, y también me gusta escuchar. Escucharte, y escucharme. 

 ¡Silencio! Necesito a quien contarle lo que hice durante el día, y como me fue en mis clases. Alguien junto a mi, aunque esté en la distancia. Tal vez ese alguien soy yo y no lo he visto. O seas tú, y lo estoy ignorando. O tal vez somos ambos. No estoy sola, aunque lo estoy. 

La soledad me acompaña. Es mi mejor aliada. Mi amiga fiel desde el abrir de ojos, hasta el cerrar de los mismos. Es ella quien me ve sobrevivir, porque ya no estoy viviendo. Sobrevivo día a día porque tengo que hacerlo. Pero deseo vivir, deseo realizar mis sueños. Deseo la felicidad... Al parecer por eso se me escapa. 

No todo en la soledad es tristeza. Gracias a ella me conozco. Gracias a ella me sé escuchar. Gracias a ella sé que prefiero estar un viernes en mi casa que en cualquier fiesta, aunque eso no siempre sea así. Gracias a ella aprendí a soportarme, aún cuando no encuentro como hacerlo. La soledad me ha dado largas horas de conocimiento adquirido. Largas horas de crecimiento personal, académico y profesional. Soledad, a veces tan amarga pero ¡Qué necesaria! 

¡Control! Es todo lo que se necesita. Mi mente nunca calla, y el silencio no me vence. Grito más fuerte que todos, y callo más que muchos. Me gusta ser así, me gusta estar así. 
Esta soledad me acompaña.

Y no, no le tengo miedo a estar sola, le tengo miedo a acostumbrarme a la soledad. A encontrarle el gusto al silencio, a que mi felicidad sea estar sola. Tampoco es que eso sea malo. Y bueno, yo disfruto el silencio, disfruto conocerme. Disfruto sabiendo quién soy y qué quiero. 

También disfruto la compañía y no quiero perder eso. Intento hacer un balance, entre la compañía y la soledad. Trato de sacar tiempo para ambas cosas. Para disfrutar contigo, y sin ti. 

Disfruto escuchar música sola, pero también cantar junto a alguien. Disfruto leyendo en mi cuarto, pero me gusta ir al cine acompañada. Disfruto mis chistes y disfruto los tuyos. 

Balance, es todo. Hace falta la diversidad, hace falta los cambios. No todo debe ser blanco o negro, siempre debe haber ese tono gris que entretiene. 

Me gusta estar sola, lo he dicho antes. Es mi momento conmigo, es mi momento especial. Yo sé hacerme reir, sé escucharme, sé consolarme, sé mimarme, y todo porque he estado en soledad acompañada. 

Y entre grandes contradicciones está lo que soy. 

10 de febrero de 2015 

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