Capítulo final
En algún lugar del Internet leí alguna vez la frase “tuve que perdonar a alguien que no me pidió perdón”, y nunca la entendí hasta ahora. Quizá no necesité escucharlo pues mi corazón, en
ese momento, estaba convencido de que lo podía hacer sin ningún problema, pero
no fue así.
Viví días en un trance. Con la
idea de que lo que estaba pasando no era más que otro obstáculo en nuestra
relación que con tiempo y espacio podía arreglarse. Creí que todo tenía
solución porque el amor todo lo podía. ¡Qué equivocada estaba!
Uno de mis límites siempre fue
que lucharía contra todo, excepto contra una infidelidad. Y en el momento en el
que llegó tuve miras de perdonar. ¡Qué ilusa!
Dirán que siempre hay dos versiones
de la historia, y que cuando tu pareja te es infiel es porque tú tuviste culpa.
Aquí estoy sentada esperando que alguien venga a convencerme sobre esto.
Tal vez fallé, sí. En esperar
más de mi pareja. En soñar en un futuro juntos, cuando el presente es incierto.
En poner en primer lugar a alguien que me tenía en último.
Con sus actos pudo enseñarme
que el amor a distancia es imposible, sin embargo, me enseñó que eso no era
amor.
Me pareció curioso que como
excusa me dijera que nunca me aprendió a amar, pero hoy lo entiendo totalmente
y le creo. Al principio dudé porque me decía, “luego de cuatro años, ¿nunca me
amó?” Pero, entendí que si me hubiese amado jamás me habría fallado. De eso
estoy 100% segura.
Una persona que no toma en
cuenta tus sentimientos, no te ama. Una persona que miente en tu cara, no te
ama. Una persona que no te respeta, no te ama. Y tampoco merece tu amor.
En un principio estaba
convencida de que yo no iba a amar a otra persona, de que había perdido al
hombre de mis sueños y con el que quería estar toda mi vida. Pero, ¡venga! Yo
tengo 20 años, todavía me falta todo por vivir.
Ahora lo veo todo más claro.
Estoy segura que estoy
capacitada para amar, estoy segura que merezco que alguien me ame total y
locamente, y que el amor de mi vida está esperando por mí en algún lugar del
mundo.
Sé que cuando lo conozca, si
no es que ya lo he hecho, entenderé el por qué todo ha pasado. Le encontraré
sentido a las lágrimas, le encontraré el sentido a las fallas.
Mis dos relaciones han
terminado por lo mismo, y ahora me doy cuenta que en ninguna de las dos fue mi
culpa. Yo no puedo controlar lo que otra persona haga, pero sí puedo controlar
que lo que haga no tenga efecto en mí.
En un momento dado me hundió y
me destruyó, pero gracias a eso pude darme cuenta que muchas veces las personas
llegan a tu vida para enseñarte.
La persona que esté junto a mí
debe entender que está conmigo para agregarle a mi vida, no para quitarme, ni
dejarme igual. Estoy segura de lo que quiero, pero estoy mucho más segura de lo
que merezco.
Yo no quiero a alguien a mi
lado que me haga feliz, ni que me complete. Yo quiero que comparta mi felicidad,
porque completa y feliz ya me siento. Que me elija todos los días y que elija
amarme. Aun cuando sienta que ya no queda nada.
De eso se trata el amor, de
elegir a tu pareja todos los días porque sabes que es con ella con quien debes
estar. Aunque los sentimientos en esos momentos te digan lo contrario.
Mi relación terminó luego de
cuatro años, y lo más que lamento es que, al terminar con él, perdí también a
su familia. También lamento que nuestra historia haya terminado así…
Siempre pensé que
terminaríamos porque íbamos a entender que ya nuestros caminos no iban a la
misma dirección, pero que dentro de todo nos íbamos a apoyar y a seguir amando.
Como mencioné alguna vez, el
amor nunca acaba, siempre se transforma.
Pensé que se transformaría en otro tipo de amor, y quizá hasta más bonito que el de una relación de pareja. Pero no.
Quizá todo debió ser así pues
los planes de Dios son perfectos, pero, aunque me cueste, debo reconocer que la
infidelidad mató los hermosos momentos que vivimos juntos.
Tampoco tengo odio en mi corazón,
pues respeto todo lo que vivimos y lo feliz que me llegó a hacer. Pero, cuando una
persona es capaz de mentirte, de no importarle tus sentimientos, y
de vivir una doble vida, no merece que se recuerde con amor.
Quizá hable de esto por varios
meses. Quizá no lo mencione nunca más. Pero de lo que estoy segura es que esta
historia llegó a su final.
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